¿Qué es la Navidad? Por Ernesto Vásquez

Dic 24, 2021 | Opinión

Ernesto Vásquez Abogado. Licenciado y Magíster Universidad de Chile. Máster en Ciencias Jurídicas Universidad de Alcalá.

Entre tanta nebulosa y algo de luz, nos preguntarnos por la Navidad.  Algunos confían en sueños y esperanzas, reconstruyen un pasado otrora feliz empero olvidado, un país que –increíble- busca la fecha para la cuarta dosis de su vacuna y es líder mundial en este accionar. Siempre hay algo bueno que puede rescatarse, diría un pesimista y un optimista incombustible, retrucaría: “Dios bendice esta tierra que luego de millares de tragedias, terremotos y Tsunamis e incendios varios”, se levanta como el ave fénix para renacer una y mil veces. Solamente el odio enquistado en algún lugar de las entrañas de nuestra hermosa tierra, nos estremece porque no es posible de proscribir.

Hay gente que no solo no busca la felicidad, sino que su ruta de vida es que otros no sean felices. La Historia está llena de ejemplos de elocuentes ideales de grupos que creían haber descubierto la verdad total y tras de sí, solo hubo una estela de odio, venganza, tras vendetta y muerte; el mundo está rotulado de ejemplos: El IRA, Las FARC, Sendero Luminoso, ETA, entre tantos. Hoy mismo –con la alegría de algunos por la derrota del imperialismo (que suelen visitar en vacaciones), “Los Talibanes” han degradado la vida de millares de mujeres que por doquier buscan alguna estela de esperanza, regalando incluso a sus hijos para que estos no se reencuentren con la muerte y abracen en otros mundos la libertad.  ¿Cómo pasarán esa navidad sin Dios, ni libertad ni ley? Y es que se ha dicho que “La Navidad comienza en el corazón de Dios y sólo está completa, cuando llega al corazón del hombre.”

Para qué recordar cuando el Quijote le expresaba a Sancho, que uno de los dones más preciados era la libertad y por ella valía la pena luchar y el gran Mandela, ya lo decía:Un hombre que le arrebata la libertad a otro es un prisionero del odio, está encerrado tras los barrotes del prejuicio y de la estrechez mental”

Observo mi país y su historia y el mundo con sus oscilaciones y me vuelvo a preguntar qué es la navidad, ahora en medio de la esperanza en la que, apuesto, ya que los destinos de la patria están sobre los hombros de un hijo de Bello, quien otrora nos entregó las directrices del derecho y la paz para la convivencia y la armonía…y porque el vencido en las urnas, prometió su apoyo y lealtad al sistema democrático y la estrella de nuestra bandera se enorgullece de nuestro proceso, pese a los agoreros del mal y la violencia.

Si la vida es un viaje hacia el infinito cuyo sentido se capta al regresar –cual lo afirman las escrituras sagradas– como polvo a la tierra plena, entonces todo el misterio de ella fluye en torno al encuentro con la felicidad. Esta última, generalmente, se da con meros destellos, luces que el intelecto digiere con alegría y que debes disfrutar al máximo, este es el gran dogma del sabio. La armonía es el estado que permite que los humanos sean íntegros y que en la ruta de su vida convivan respetando la libertad y las alegrías de los demás, evitando zaherir al prójimo. Subyace a dicha conducta la directriz correcta de actuación, cultivando la tolerancia hacia el entorno, como si fuere la oración de la patria de los hombres y mujeres libres que alguna vez soñaron ser hermanos de verdad.

“Es que el recuerdo, como una vela –decía Charles Dickens- brilla más en Navidad.” Y desearíamos incorporar el espíritu navideño en cada hogar, “Ojalá –decía Harlan Miller- pudiésemos meter el espíritu de Navidad en jarros y abrir un jarro cada mes del año. –

El mundo donde estamos no nos pertenece, es apenas la casa temporal en que habitamos y que de manera precaria se nos ha entregado, no sólo para nuestros proyectos y sueños, sino para dar espacio a los anhelos de los demás (incluidos los animales, las plantas y las aguas). Hemos de cuidar “corpus y mente”, habitar con respeto y armonía el planeta.

Quizás lo más esencial de la conducta –en nuestro caminar hacia lo eterno– es la cualidad de ser sinceros en el amor –en sus diversas manifestaciones–, ser prudentes en nuestros juicios y ser misericordiosos en los reproches, porque cada vez que interactuamos entendiendo que frente a uno hay otro ser que desea legítimamente ser feliz, debemos entonces respetar sus características y formas, sus planificaciones y visiones de la vida. Por ello la gran misión es dar amor y afecto, bajo esas premisas de vida y de actuación, se constituye el sublime sentido que cual estrella se nos ofrece desde el cielo, con una oración que entrega el real mensaje de navidad: tratar con respeto y paz al otro, verlos como un ser especial y único.

¡Feliz navidad para todos y todas!

 

 

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