La vejez: ¿una enfermedad? Por Juan Pablo Buono-Core

Jul 16, 2021 | Opinión

Juan Pablo Buono-Core Berardi. Abogado. Exfiscal del Ministerio Público. Magíster (c) en Filosofía y Pensamiento Político de la Universidad Diego Portales.

Hace unos días, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció incorporar a la vejez en la clasificación estadística internacional de enfermedades y problemas de salud relacionados (CIE), a publicarse en enero de 2022. Tal intención no ha pasado desapercibida en nuestro país, abriéndose una discusión y una serie de críticas al respecto. Sin embargo, esta discusión no es nueva y tiene su origen desde la antigüedad en donde se desarrollan dos visiones respecto de la vejez. Una escuela Apologética y una escuela Crítica.

La escuela apologética es iniciada en el año 44 a.C. por Marco Tulio Cicerón (106-43.a.C) en su obra De Senectute (La ancianidad) cuyo personaje principal Catón el viejo entabla un diálogo con dos jóvenes que indagan sobre el envejecimiento y la amistad. Tanto Escipión como Lelio quieren saber cuál es la fórmula seguida por el personaje central para llegar a la longevidad de buena manera. Para ello interpelan al octogenario, quien en defensa de la vejez refuta de manera ordenada los cuatro estigmas del envejecimiento, que se mantienen hasta el día de hoy;

Catón responde que es falsa la inactividad en la vejez, poniendo de ejemplo a Sófocles quien, para defenderse de la acusación planteadas por su hijo, de padecer alzhéimer, escribe en extrema vejez Edipo en Colono, y que si bien hay una merma física que disminuye ciertas actividades, el buen juicio se puede mantener intacto. En cuanto a la fuerza física esta decae, por cierto, no puedes ir al campo de batalla, ni hacer los deportes de antes, pero puedes ejercitar el cuerpo de forma moderada, y enseñar lo que sabes, concluyendo que los jóvenes también sufren de dolencias físicas.

En lo que respecta a los placeres físicos, agrega que nadie echa de menos lo que no tiene y que al no sucumbir a los placeres, te ahorras una serie de problemas que afectan la salud física y mental. Finalmente, en el pasaje referido a la cuarta tensión, esta es la cercanía con la muerte, el senador reconoce en la vejez una cercanía con el final que debe ser enfrentado con ecuanimidad, sin temor, y de buen ánimo.

La visión apologética de Cicerón que busca enaltecer la vejez mediante el reforzamiento de virtudes como el buen juicio, la prudencia integral, y la ecuanimidad, contrasta con la visión más crítica del fenómeno del envejecimiento que se inicia con Aristóteles en su obra Reproducción de los Animales, en el año 349 a. C. quien entiende la cuarta etapa de la vida como algo negativo, sinónimo de deterioro y de enfermedad.

Tal visión crítica es desarrollada siglos después desde una perspectiva estructural y biológica por la filósofa francesa Simone de Beauvoir en su libro La Vejez (1970) quien apoyada con estadísticas dibuja una cuarta edad, caracterizada por la invisibilidad, por la marginación y en donde la discriminación se fundamenta, en el nulo aporte de los viejos en la producción económica, lo que lleva a generar un gradual apartamiento, y un auto convencimiento de que son inservibles.

La filósofa francesa escribe su ensayo en el epicentro de la revolución de mayo, liderada por jóvenes de izquierda, que reivindican una revisión autonomista del marxismo, alejada de la camarilla soviética, y que propone la inclusión de diversas minorías, sin embargo, olvidan en esta lucha a los viejos. En la introducción de la obra, Simone de Beauvoir de manera directa señala que esta sociedad, esconde la vejez por considerarla vergonzosa vinculada a lo enfermo, lo feo y cuyo tema no es digno ni siquiera de ser comentado.

Ciertamente respecto a la senectud hay dos tesis en pugna, dos visiones fundamentadas que se contraponen; una que la defiende y que la reivindica como el final perfecto de una vida llevada con cuidado, que es una parte de la vida que está desarrollada en el ensayo de Cicerón, y la otra, una postura crítica-negativa, que la entiende como el deterioro integral del ser humano por razones biológicas -estructurales, y donde el concepto de vejez se asimila a enfermedad y muerte.

La OMS estaría hoy asumiendo la postura crítica aristotélica que la entiende como una enfermedad y por tanto dentro de la sección patológica de “síntomas generales “, que es duramente criticada por la red Transdisciplinaria sobre envejecimiento (RedEn) de la Universidad de Chile que señalo tajantemente que dicha intención “corresponde a un grave retroceso en términos de discriminación ya que considera como patología aquello que es normal y esperable en la vida”.

Sin embargo, es importante tener presente que la OMS tal vez busca asimilar el envejecimiento a enfermedad para que los Estados, busquen un sistema de cobertura eficaz, especial y focalizado a la atención de la salud de nuestros ancianos, que tan dejado de lado están, evitando al menos la discriminación tanto en su salud física como mental.

 

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