Créditos Imagen : Defensoría Penal Pública, Pexels.com/Pixabay
Ambos fueron trasladados por un pariente que minutos antes estuvo vinculado a un asalto a una botillería. Errores en el procedimiento de reconocimiento y la imposibilidad de ella de cometer el ilícito por una condición que afecta sus manos no fue impedimento para que estuviera junto al joven en prisión por más de dos meses. Finalmente, los verdaderos culpables fueron condenados.
Malú Urzúa, En Estrado.
En su barrio de Villa Los Alcaldes, sector sur de Valdivia, a Elizabeth Mendosa Pérez, 27 años al momento de su detención, la conocían como “pollito”. A su piel pálida en extremo, metro cincuenta de estatura y contextura delgada de apariencia frágil, se le unía una malformación congénita que le impedía la funcionalidad total de sus manos.
Elizabeth estaba encargada de la botillería de su padre y era ayudada en las tardes por Luis Ojeda Lagos, un joven de 19 años que quería ser militar y trabajaba ahí para pagar sus estudios de enseñanza media 2 en 1. Colaboraba él cargando y reponiendo mercadería. Ambos fueron detenidos la madrugada del 22 de septiembre del 2015, acusados de un asalto a punta de cuchillos y pistolas. Estuvieron 78 días en prisión preventiva y un año de arresto domiciliario.
“Yo trabajaba en la botillería de mi papá y como andaba siempre con plata hablamos con un joven que hacía carreras de taxi pirata para que nos traslade a la casa todas las noches. Ese día nos pasó a buscar y casi al llegar a mi casa nos interceptó un vehículo de Carabineros”, contó Elizabeth a el diario Austral. Fue esa carrera la que lo cambió todo.
El asalto
De acuerdo a lo hecho acreditados en la investigación un taxista informal había estado vinculado esa madrugada a un asalto a otra botillería, subiendo a su auto dos hombres y una mujer delgada y pequeña, quienes le pidieron llevarlos. Se pusieron máscaras y gorros, se bajaron y en unos minutos, a las 00:40, estaban de vuelta. Le dijeron que arrancara. Los dejó a unas cuadras, ellos llevaban un botín de 400 mil pesos y veinte fardos de cigarrillos.
Ese conductor era cuñado de Elizabeth. Tras el hecho fue buscar a “la pollito” porque su familia no quería que corriese peligro porque había sido asaltada muy cerca de ahí, meses atrás. El cuñado llegó a la 00:50 de la madrugada. Al taxi se subió también Luis, que pidió a su empleadora poder usar el wiffi de su casa. Elizabeth llevaba consigo la recaudación del día y paquetes de cigarros para aprovisionarse ella y su familia. Entrevistada meses después por la Defensoría Penal Pública, la vecina declaró también haber escuchado la reja del negocio bajarse a la 01:00.
Mientras eso ocurría, las primeras diligencias se estaban realizando. Las víctimas del asalto lograron anotar la patente del auto y se la dieron a Carabineros, que verificó la dirección inscrita. Concurrió a la casa del cuñado taxista, que vivía en el mismo pasaje de “la pollito”. El yerno de la dueña de la botillería asaltada había perseguido el auto. Dijo que nunca los había perdido de vista -la fuerza de los hechos luego develó que sí- y que llegó al procedimiento que llevaba a cabo la policía siguiéndolos. Los Carabineros se estacionaron en el pasaje y vieron la patente, al mismo tiempo que el cuñado de Elizabeth los dejaba en el domicilio.
Los policías los interceptaron, haciéndoles un control. La víctima que estaba en ese lugar dijo haber reconocido a los hombres. Elizabeth, Luis y el cuñado fueron subidos al furgón. Luego, los tres fueron llevados a constatar lesiones y ahí –en una acción que la defensora del caso, Ximena Triviños, asemeja a “la forma como se ofrecían los esclavos en Roma”- los carabineros mostraron a Elizabeth ante las víctimas. En su declaración frente a un perito de la Defensoría Penal Pública, ella detalló que cuando la puerta del furgón fue abierta, fue alumbrada con una linterna. “Había un caballero que dijo ‘esta hueona no es, la otra era morena’. Luego cerraron la puerta y escuché que fueron a preguntar si eran los chicos y dijeron que no”, contó.
Serie de coincidencias desafortunadas
Cuando Elizabeth, Luis y el cuñado fueron pasados a control de detención y formalizados por robo con intimidación el 22 de septiembre, la fiscalía expuso que habían sido reconocidos por las víctimas y que al interior del taxi se habían incautado 180 mil pesos en efectivo y ocho paquetes de cigarros. Elizabeth y Luis alegaron inocencia. En la misma audiencia, el cuñado declaró haber trasladado a los verdaderos asaltantes –dijo, sin embargo, no estar comprometido en la acción- y dio sus nombres y apodos. El juez decretó arresto domiciliario parcial, pero el Ministerio Público apeló verbalmente y todos entraron a la cárcel de inmediato. La Corte de Valdivia luego le dio la razón a la fiscalía, lo consideró un delito grave y resolvió la prisión preventiva.
Semanas después, la Defensoría Penal Pública fue con nuevos antecedentes. Elizabeth mostró al juez sus manos, evidenciando que era imposible que hubiera tomado un cuchillo y paralelamente registrar y sustraer el dinero de la caja, según decía la dueña de la botillería asaltada. Llevaron boletas que acreditaban las ventas que había tenido en el día, para justificar los 180 mil pesos que llevaban en el vehículo. “Demasiadas coincidencias”, dijo ahora otro juez: dos hombres y una mujer baja, delgada y pelo rubio, dinero en efectivo y cigarros al interior del taxi, el número de la patente, el mismo pasaje del dueño del auto, la misma hora.
Los tres siguieron detenidos hasta que, ya en diciembre de 2015, dos meses y 18 días después, no teniendo Elizabeth ni Luis antecedentes, los tribunales cambiaron la cautelar de ambos a arresto domiciliario nocturno. La Fiscalía no apeló. La Defensoría Penal Pública había ya cuestionado fuertemente el reconocimiento y se encontraba pidiendo nuevas declaraciones. Insistió en identificar el grupo al que el taxista apuntaba.
Facebook los delató
Entre las evidencias que habían en el proceso estaban dos gorros que los asaltantes ocuparon en el robo, los que estaban en el automóvil. Uno de ellos era fucsia con líneas horizontales blancas. Una de las víctimas decía que la mujer asaltante llevaba uno así. Un perito contactado por la Defensoría buscó en Facebook los nombres que el taxista entregó, y encontró una foto en que uno de ellos lo usaba. Las redes sociales del grupo estaban tapizadas de imágenes de ellos exhibiendo pistolas.
Finalmente, se investigó a los sujetos apuntados por el taxista-cuñado (una mujer joven cuyos vecinos la describían como conflictiva y vinculada a delitos desde antes, a otros dos hombres) y la fiscalía se convenció de la participación de ellos. En noviembre de 2016, Elizabeth y Luis quedaron sin cautelares. El 25 de mayo de 2017, poco menos dos años que fueran arrestados, el Ministerio Público solicitó audiencia para formalizar al nuevo grupo, ya confeso. Esta se realizó en agosto. Fueron citados en libertad. Una medida que Elizabeth y Luis no tuvieron.
Sobreseimiento
A esa formalización asistió la defensora Ximena Triviños, quien había llegado a Valdivia hace poco y asumió la causa. “En esa audiencia, la fiscalía no pidió prisión preventiva para ellos, sino que les ofreció a todos un procedimiento abreviado para ocho meses más. Era el mismo cargo, robo con intimidación, pero las cautelares se pidieron en libertad. Esto es algo que la fiscalía nunca ha sabido explicar”, dice la abogada.
En la misma audiencia, el Ministerio Público comunicó su decisión de no perseverar en favor de Elizabeth y Luis. Luego, Triviños solicitó el sobreseimiento definitivo de ambos, que fue decretado el 18 de diciembre de 2017. La jueza a cargo, Alodia Prieto, usó para su decisión el artículo 250 letra b del Código Procesal Penal: “Cuando apareciere claramente establecida la inocencia del imputado”.
“Por lo que considerando dichos antecedentes y el hecho de no haberse expuesto en audiencia ningún otro que diga relación con la eventual responsabilidad de doña Elizabeth Mendosa y don Luis Ojeda Lagos, considerando también que respecto de ambos el Ministerio Público aplicó la decisión de no perseverar en el procedimiento y de conformidad con el Artículo 50 letra b del código procesal penal, se accede a la solicitud de la defensa y se decreta respecto de los dos imputados ya referidos, el sobreseimiento definitivo de la presente causa”, indicó la magistrada.
Finalmente, el grupo de los verdaderos autores y el taxista-cuñado de Elizabeth recibieron su sentencia en abril siguiente. Fueron condenados a 3 años y un día, con libertad vigilada intensiva.
Como muchas de las historias de inocentes enjuiciados, el corolario de Elizabeth y Luis también es desesperanzador: los vecinos del barrio donde ella y su padre tenían la botillería no fueron más a comprar y el negocio quebró; el interés de él por ser militar quedó nada más que en un sueño de juventud y hoy trabaja de enfierrador.
Actualmente, las abogadas de la red de la Fundación ProBono, Bernardita Valdés y Francisca Silva del estudio Valdés & Asociados, los asesoran en la arista civil para exigir una indemnización al Estado.