Ernesto Vásquez. Abogado. Licenciado, Magíster y Profesor Universidad de Chile. Máster y doctorando, Universidad de Alcalá.
He sostenido por décadas, quizás una obviedad, a saber, el sentido sustancial de la vida es ser feliz y gozar con los más cercanos de aquella, esto ha de ser la senda por la cual deberíamos transitar con determinación y de igual forma, permitir que los demás sean felices, es un imperativo para todo integrante de la comunidad. Aquello, que dable es colegir desde los deberes colectivos consagrados en la declaración universal de los derechos humanos, es la otra cara de la medalla que prescribe los derechos que algunos declaman, olvidando los deberes. No es una ingenuidad pensar en la felicidad como una relevante meta, a sabiendas que aquello no ha de ser un estado permanente, de hecho, en la huella de esa búsqueda de seguro habrá fracasos, pues la vida no es perfecta.
En este marco, incluso una prestigiosa universidad, ofertó un curso sobre la Felicidad, que busca preparar a los líderes del futuro y para esto, trata temas como la autoestima, la empatía, la amistad, el amor, el logro, la creatividad, la música, la espiritualidad y el humor. (Seguramente, cosas muy básicas para nuestros intelectuales de fuste). El autor de ese curso, Ben Shahar, admite que pasó 30 años de su vida siendo infelizmente exitoso, su búsqueda personal lo llevó a indagar en la psicología positiva y a crear en 2006, la Cátedra de la Felicidad en Harvard. Dicho lo anterior, estimo que, en lo macrosocial, la armonía colectiva es una directriz que toda autoridad debe buscar consagrar en la vida cotidiana, lo que implica obviamente asegurar -en esa línea de ideas- el orden público y la plena vigencia de un Estado de derecho democrático, con el uso monopólico de la fuerza, si fuere necesario. Un enemigo silencioso para la materialización de tales objetivos son los conflictos de baja, mediana y alta gravedad, los que rompen dicha armonía y que deben abordarse oportunamente, en diversos ámbitos de la vida en comunidad, siendo los ilícitos penales los que evidentemente más preocupan a una sociedad y ello explica, la respuesta y el reproche que implica el ejercicio del ius puniendi estatal. Sin embargo, a veces y como la imagen de una bola de nieve, pequeños incidentes -si no son abordados prontamente- pueden convertirse en graves conflictos de impredecibles resultados.
Qué duda cabe que una formación integral de las personas y las comunidades puede hacer realidad el itinerario ideal que nos plantea un proverbio chino: “Si hay luz en el alma, habrá belleza en la persona; si hay belleza en la persona, habrá armonía en el hogar; si hay armonía en el hogar, habrá orden en la nación; si hay orden en la nación, habrá paz en el mundo.” Desgraciadamente la vida está llena de ripios y problemas. Una carencia de líderes positivos ahonda más la nebulosa que a veces, parece abrazarnos como país y es que siguiendo a Mahatma Gandhi: “La felicidad es cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces están en armonía.” Y obvio, la existencia es distinta y más colorida cuando hay espacios -aunque sean destellos de gestos positivos y virtuosos, como siempre repito -parafraseando a desiderata- “Que la existencia de tanta maldad y envidia, no nos puede cegar frente a mucha gente que persigue nobles ideales.” Y, sin duda alguna, tal como afirma -Angie Karan Krezos- “La vida florece cuando está en un estado de armonía y equilibrio. Todo florece cuando hay cuidado, amor y dedicación.” En este orden de ideas y a propósito de una relatoría que entregué en el Congreso de Instituto Nacional de Jueces y Secretarios de Policía Local, hace algunas semanas, donde dediqué una parte a rescatar -entre otras- dos ideas centrales que han de ser recogidas en un nuevo texto constitucional: La unidad de Jurisdicción y la implementación de una Justicia vecinal, que arrime salidas alternas a la decisión en base a un juicio como ruta única e implemente, otras instituciones ya reconocidas en el ámbito jurídico y académico: La llamada Justicia Restaurativa y la Mediación, incorporada institucionalmente a estos tribunales, que han de ser la primera esclusa de la respuesta del Estado frente al conflicto social y particularmente al local o comunitario, de aquellas llamadas pequeñas causas; innovando como una multipuerta de entrada desde el sector público con principios y rutas que varíen lo que hasta ahora se ha entregado, a sabiendas que si seguimos haciendo lo mismo, tendremos idénticos resultados. Entre otros caminos, elegir modelos Alternativos de resolución de conflictos, están en el objetivo de entregar respuestas eficaces y eficientes a los usuarios y obvio, la comunidad toda.
Cabe dejar sentado que los Modelos o Sistemas Alternativos de Resolución de Conflictos pueden ser definidos tal como lo indica Leandro Ramírez López en el libro “Medios Alternos de Resolución de Conflictos: como “Un conjunto de métodos, o técnicas que, tiene por objeto solucionar las desavenencias o dificultades, entre personas u organizaciones, no recurriendo a los Tribunales, ni a la decisión impuesta por un juez, con la característica intervención activa de ambas partes involucradas. En ellos la solución nace de la confrontación y armonización de los valores e intereses contrapuestos de las partes, no de los valores impuestos por el juez, porque no pretende mirar exhaustivamente las normas existentes, costumbres y jurisprudencia, sino que más bien se dirige al conflicto en sí, y sus posteriores consecuencias hacia el futuro, viendo las reacciones que tiene en las mismas partes”. Pues bien, como si la vida fuera una película con un libreto diseñado por el destino o un ser superior, fui invitado este sábado por la presidenta del Colegio de Mediadores A.G. ( www.colegiomediadores.cl ), doña Varinia Penco; a la celebración de los veinte años de existencia de esta entidad y como en el tanto, “sentir que dos décadas no son nada, pero acá son muchísimo, en tiempo y dedicación” y como el tema siempre me ha llamado la atención, asistí a este evento, que no solo llenó plenamente mis expectativas, partiendo por los relatores que se presentaron y luego, porque me pude encontrar con personas maravillosas que hace tiempo no veía y fui testigo presencial de un ambiente armonioso y eso que me ha motivado desde que soy un infante: Soñar, crear, diseñar y hacer cosas en favor de los demás. Conocer la labor que ellos han desarrollado desde su fundación y observar el amor y compromiso que colocan en cada tarea, que se ha implementado por este grupo humano. Este evento, fue un bálsamo de esperanza que me permite saber que la ruta que he planteado en el área de la justicia local puede desarrollarse de mejor manera si contamos con la alianza y el apoyo de este grupo humano e institucional, con el fin de hacer una mejor justicia para las localidades más cercanas a la gente en aquellas llamadas pequeñas-grandes causas. Espero que mi modesta presencia con un ánimo absolutamente interesado en buscar vínculos que nos permitan crecer y escuchar estas relevantes experiencias que desde una mirada diversa logren dar las respuestas más eficientes y oportunas, pues en materia de justicia, se sabe que el tiempo hace la diferencia entre lo justo y lo tardío, en una sociedad donde la respuesta ante el conflicto aparece como perentoria en lo que dice relación con una imperiosa modernización que aporte a esa respuesta adecuada. Así, me quedó la misión de ahondar más en una de mis ideas planteadas en el Congreso de Jueces que referí, en particular, abordar La Mediación. A efectos meramente ilustrativos e iniciales, dable es dar un par de ideas sobre esta institución o herramienta (que fluye en diversas áreas: familiar, escolar, salud, laboral y comunitaria o vecinal, entre muchas).
Así, Vinyamata Camp, señala que “La mediación es el proceso de comunicación entre partes en conflicto con la ayuda de un mediador imparcial, que procurará que las personas implicadas en una disputa puedan llegar, por ellas mismas, a establecer un acuerdo que permita recomponer la buena relación y dar por acabado, o al menos mitigado el conflicto, que actúe preventivamente o de cara a mejorar las relaciones con los demás”. El abordaje de esta materia es de tal relevancia, importancia y magnitud, que me permito dejar más dudas que certezas e invitarlos a buscar información y avanzar en abrirse al menos, a la opción de declamar de las autoridades la regulación e implementación con estándares de probidad, profesionalismo y eficiencia, una institucionalidad que -por nuestra parte e interés profesional- permita usarla en los futuros tribunales Vecinales, como parte estructural de dicha institucionalidad, quizás en esta materia, el gobierno del Presidente Gabriel Boric, logre ser el primero en la historia patria, en dar una respuesta adecuada al primer eslabón social que siempre ha sido el pariente pobre en materia de justicia, teniendo un tribunal con estándares de calidad y donde La Mediación como otras salidas alternas al mero reproche, sean mecanismos razonables de abrazar y hacer una mejor comunidad.