Ernesto Vásquez. Profesor Asistente. Universidad de Chile.
Hace pocos días –en el marco de la Convención Constitucional- hemos tenido una nueva expresión de la declamación sobre la invención de la rueda en materia de elecciones y política. Se nos ha dicho, por el ex vicepresidente (sr.Bassa), que “fuimos testigos privilegiados de la democracia real”, un acto electoral en la elección de la mesa directiva de la Convención, con transparencia y a la luz de día y la visión de los medios de comunicación y del público. Todo un acontecimiento histórico, según su perspectiva. Agregó –con solemnidad- que esto marca una nueva forma de hacer política, una especie de barrera moral, que establece un hito histórico, a saber, un antes y un después; una especie de extinción de las conversaciones y negociaciones a la antigua.
Lo que se conoció en el pasado y peyorativamente, como “la Cocina”. Esa visión optimista y casi profética, contrastaba con las críticas que el día anterior, el distinguido profesor Squella, había hecho respecto del triste espectáculo que se estaba dando en la llamada elección “con sistema papal” donde los grupos negociaban y se vetaban unos a otros, con una imagen que todos observamos, muy lejana a esa pureza y acción de discusión y deliberación que –como un cuento de Edgar Alan Poe- se inventó el profesor Bassa. Todos fuimos testigos, que no solo, nadie observó debates relevantes ni argumentos, para esta elección, sino que vimos con claridad reuniones puertas adentro y afuera, grupos rodeados por un cordón humano –para no se captados por la prensa- ya que en dicho lugar se negociaban -cual cocinillas de paseo grupal- cuestionando, vetando o avalando a algún candidato o recibiendo propuestas de “otros lotes” o vías redes sociales.
Por un momento, recordé las discusiones políticas en Pío nono a fines de los ochenta, donde se daban más argumentos para elegir Delegado de curso y hacían debates profundos sobre la guerra fría. Lo triste de aquello, no era el proceso ni el resultado, lo precario era la función del Delegado, que a pesar de la profundidad y pasión de los asuntos materia del debate, la esencial tarea no era otra que preocuparse del cambio de pruebas. Resalto aquello, porque en este caso la elección es de un nivel muy superior, es ni más ni menos, buscar a quienes han de dirigir esta instancia que posee un mandato claro, redactar un texto que debe ser propuesto a los chilenos -con voto obligatorio- para tener una nueva constitución. Dicho sea de paso, del original queda muy poco y en realidad estamos en presencia de la Constitución del Presidente Lagos, aunque el origen espurio de la de los ochenta, posee una carga simbólica y es por eso que muchos queremos que la nueva carta magna propuesta, no sea un retroceso y llegue a materializarse, siendo en definitiva la casa de todos.
La carta fundamental es la forma de organizar el poder y por cierto, sin entrar en detalles, marca el continente jurídico de nuestro Estado, un contenido que completa ese continente con las máximas directrices y valores que han de regular a grandes rasgos, tanto la estructura estatal como el rol de la persona humana en dicho texto. En fin, la ruta institucional del próximo medio siglo. En ese estadio de discusión –sin tener por ahora alguna norma que ha de llegar más temprano que tarde- se eligió luego de un periplo bochornoso de votaciones, al menos una dupla de Convencionales que encabezarán este proceso y que desde ya, han manifestado un nuevo tono, el saludo del vice presidente a su señora madre, fue un acto por algunos coloquial; para mí profundamente humano, que nos hacía falta y es que todos sabemos que las buenas madres deberían ser eternas.
En fin, la respuesta obcecada de los nuevos paladines de las cosas inéditas –diálogo y conversación-propios de toda democracia, los eleva al pedestal para declamar cual, si fuera el inicio según el Dr. Bassa: “Una forma de democracia real que el Chile del siglo XX no conoce”, añadiendo que era natural que personas como el Dr. Squella, no la entendieran porque era fruto del empuje de una nueva generación. (Una sutil insolencia intelectual –lo considero- como un académico y observador imparcial).
La réplica no se dejó esperar en un maestro que –para quienes lo conocemos- le lleva pueblos intelectuales de ventaja a su atrevido contradictor y que aquel no parece percibir. La respuesta fue fuerte y sencilla: “Democracia Directa fue un término usado por Hitler”, agregando –entre otras cosas- que estamos ante una presuntuosidad abusiva, al creer que ese día se dio origen a la democracia. Agregaría que es un insulto tácito a todos quienes luchamos por la misma, en plena dictadura, donde ser valiente era muy difícil, en algunos casos casi heroicos. Bueno, a decir verdad, algunos de los convencionales presentes en la instancia, a fines de la dictadura eran actores de reparto, pues no recuerdo en Pío nono, haber visto a alguno de ellos otrora conservadores y hoy paladines de la protesta y justificadores de la violencia del estallido, hacer algo. En fin, cada cual se va construyendo sus historias y personajes y nuestro pueblo es de memoria corta, las nuevas generaciones ni se inmutan que el Che Guevara y Fidel Castro, no solo no creían en el debido proceso, sino que se burlaban de minorías sexuales y las perseguían y, para que contarles que al Presidente Allende algunos lo tildaban de amarillo.
En fin, el poder nubla muchas veces y otras emborracha.
Se ha dicho con razón que el mando es siempre pasajero: toda posición o cargo tiene un comienzo y un final y a muchos, las manifestaciones externas del poder se les “sube a la cabeza”, al punto de hacerles olvidar que no son convenientes ni “merecidas” y –siguiendo a Inés Temple- el poder bien entendido es un medio para cumplir una misión, servir un proceso y es que aquel, no está para ser usado en beneficio particular ni de un grupo de iluminados y la deslealtad no se perdona, como tampoco se exime la equívoca arrogancia que algunos manifiestan al ejercerlo. Afirma, doña Inés Temple- el poder tiende a arruinar a quienes no son capaces de manejarlo con madurez, lucidez y sencillez. Esa falsa sensación de superioridad moral que genera arrogancia en muchos, les resta liderazgo. Parafraseando a la autora, despreciar la historia y creerse dueño de la misma, es un acto de ignorancia y petulancia que genera irreparables daños a las relaciones interpersonales.
Es que –se sabe- la ignorancia es atrevida. Ahora que se acerca el día en que nuestro Presidente electo Gabriel Boric, asuma el mandato del Estado y se haga carne aquel dicho que “otra cosa es con guitarra”, bien vale –con modestia y respeto, antes que asuma como patrono de nuestra universidad, que recuerde una de las directrices de nuestro fundador don Andrés Bello, que la universidad es el lugar donde se han de juntar todas las verdades y por tanto no sea como aquellos sujetos: académicos, actores o periodistas, que hablan con soltura espantosa de temas que no conocen; algunos letrados críticos, en su vida han estado en un tribunal y son capaces de hacer juicios absolutos; inmaduros adultos jugando a ser maestros, hablando y enseñando de justicia y desaparecen cuando deben practicarla.
Ha de escuchar -el señor presidente- a quienes, desde la humildad y la precariedad de la vida, sin contactos ni privilegios –de colegio y liceo público- han construido sus objetivos y actividades, aquellos llevan años trabajando en diversas áreas por amor al servicio público; esos que no buscan un puesto, sino aportar y le ruego, desoír a los aduladores que están por doquier. Así, el suscrito apoyará al Presidente, en los temas que conoce y ha practicado durante un cuarto de siglo, del resto, solo escucho y respeto. Para mí Chile es lo más relevante y su democracia es la importante y espero con fe, aquel día que sellemos la reconciliación en nuestra facultad e inauguremos la sala Gabriel Boric -en el Edificio Los Presidentes- inmueble materializado bajo el decanato de don Roberto Nahum Anuch.
Ojalá nuestro Presidente, con su juventud, tenga la templanza y madurez, para el desempeño del cargo, buscando un equilibrio entre la historia de los mejores años de desarrollo del país y la esperanza de reducir o mejorar los nudos críticos, avanzando razonablemente, sin prisa, pero sin pausa y con acuerdo de mayorías, cuidando la paz que Chile ruega al cielo y es que se ha afirmado que, “La democracia es considerada como una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía con el Estado de derecho como norte.“ y el estado democrático es el mejor espacio para lograr armonía social, ya lo decía Albert Einstein: “Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado”. Seguro que estamos en tiempos difíciles, pero hay que ser positivos y creo -como Churchill- que “Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad”, aquel también tácitamente le entrega al Presidente electo, abrirse a las miradas no aduladoras, “Las críticas no serán agradables, pero son necesarias.” Y es que como la historia nos ha dado lecciones, bien vale recordar a Monstequieu, que ilustraba: “La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo.”
Me permito dirigirme a Ud. Presidente electo, no solo porque podría haber sido estudiante del suscrito y lo ubico en su rol gremial –aunque con años de diferencia nos une nuestro trabajo en la FECH- de otrora y el amor por Chile, no olvidar que, hay que estar alerta con el mal: “El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda.”