Ernesto Vásquez. Abogado. Licenciado, Magíster y Profesor Universidad de Chile. Máster y doctorando. Universidad de Alcalá.
En estos años, he observado pasar como un soplo la vida. Mis hijas adoradas, ya no son las niñas que se peleaban el amor del papá y sus abrazos casi asfixiantes, con sus eternos juegos y los requerimientos de cuentos para hacerlas dormir han cesado, se han escondido en el baúl de mis recuerdos. Es el breve espacio en que no están esas niñas y que se han quedado para siempre rubricados en mi alma. La casa de muñecas que alguna vez con cariño unida a columpios -que yo soñaba haber tenido en mis barrios precarios inundados de pobreza- hoy son mudos testigos de una niñez que ha dado paso al éxodo de hijas adolescentes y mujeres, con la perspectiva mental y humana que ello implica. Ser estructuralmente criado con amor, empero bajo una cultura social machista y vivir rodeado de mujeres, hoy hace que el foco de la estructura mental cambie, es distinto -observar la vida- cuando son tus hijas las que han de caminar por las calles solitarias o las que deben enfrentar los peligros de la vida o las oportunidades distintas, unos peldaños bajo los varones. Qué duda cabe, que la existencia y la experiencia, te da un posgrado desde la ruta de la vida misma, con sus canas como testimonios a cuestas y el medio siglo que pesa y ves la meta de la vida, más cerca que el origen de tu cuna. Esto, da una mirada diversa, más abierta, obvio también tolerante y como si fuera un sino de la vida he trabajado desde hace años en las diversas instituciones, rodeado de mujeres, subalternas y colegas, me he sentido siempre comprendido y cuidado incluso por aquella fiscal que era la compañera y dupla en los desafíos diarios, nuestra secretaria que tuvo a bien escuchar y apoyar en diversos momentos al persecutor que abrumando parecía a veces desplomarse con centenares de desafíos, tanto en la institución como en otras conocí mujeres extraordinarias, cada cual en sus funciones, secretarias, asistentes, colegas, juezas defensoras y policías; siempre una relación de respeto y deferencia, un sello de vida que marcado por el hecho de tener hijas se acentuaba cada vez más y por ello, he visto en las estudiantes, muchas veces a personas con proyectos y sueños como si fueran la proyección de mis propias hijas y han recibido un trato aunque igual que sus compañeros, deferente y cordial en el interactuar, hoy en diversas funciones en la universidad, el trabajo y el deporte, he debido relacionarme con mujeres comprometidas, hoy por hoy, la excepción de mi equipo de trabajo son varones, la mayoría son mujeres con sus sueños y esperanzas y también mis ayudantes en lo académico en la universidad. Cada día, en medio de la vorágine de la vida, trato de cultivar las mejores relaciones interpersonales, con funcionarias, ayudantes y colegas, inspirado en la enseñanza de vida de mi madre, mujer de noventa y cinco primaveras empoderada como ninguna, sin igual, feliz en su cuarta edad, que me ha impulsado no solo para realizarle homenajes en instituciones en las que participo, me he vinculado a ella como quien se enlaza a un ser especial y superior, una mujer cuya fe me da la fuerza para existir, su bendición a distancia o abrazo personal, es un escudo protector para mí. La fe ha sido también parte del pilar de una nebulosa visita inesperada que nos ha llegado al hogar y nuestra fe en Sor Teresa de Los Andes, nos ha entregado también -con el ejemplo de aquella niña/mujer- una senda de virtud que es el faro que nos ayuda a levantarnos con ánimo cada amanecer.
Qué decir de otras personas que han sido parte de minorías otrora estigmatizadas, la tolerancia con los años no solo va dando espacios a la deferencia y la comprensión de vidas que han sufrido por sus orientaciones sexuales o su religión y la gran frase que algún día escuché de un religioso: Jesús, ¿cómo trataría a una persona de orientación sexual diferente, como trataría a una persona en situación de discapacidad o a una persona de la cuarta edad o a un judío o palestino? Seguramente, con amor y respeto, fue su única respuesta.
Un gran comediante mexicano dijo alguna vez que el primer deber de todo ser humano, era buscar ser feliz y hacer lo posible para que los demás también lo fueran. El mismo actor de ese hermano país, declamó con certeza, que los títulos y diplomas, no hacen la persona que pretendes ser, pues, como tratas a los demás da cuenta de quien efectivamente eres. Un expresidente uruguayo, afirmó con certeza que el poder no cambia a las personas, solo demuestra lo que siempre han sido. La vida te da cuenta de que, podrás tener muchas lisonjas y amistades temporales cuando el poder te rodea; recuerdo que en el pasado mientras algunos creían que tenía cuotas de poder, recibía no solo halagos excesivos e invitaciones a cumpleaños y reuniones inéditos; “mi príncipe” llegué a escuchar exageradamente de parte de una colega que luego, a mis espaldas supe me denostaba sin razón. Es que la vida es dura y hay que saber caminar y convivir entre flores y cactus, muchas veces me han llamado para pedirme favores u orientaciones (que en el caso de un abogado, no son más que fruto del conocimiento y como producto, son su trabajo) si uno no es capaz de dar una respuesta, no hay espacio para la gratitud y en otros casos, cuando los efectos del favor -apoyar a otro en su trabajo en situaciones difíciles- con el tiempo se olvidan, recuerdo casi con algo de vergüenza que una vez por ser erróneamente más amigo de lo que era razonable, me presenté ante un tribunal solo con una hoja, sin más datos que los que el colega defensor me daría ante un tribunal de alzada, lo hice sin pensar, motivado por el afán de proteger y cuidar a un colega que cegado por las circunstancias se negaba a presentarse en dicha instancia, un mal entendido afecto de amistad, pensando en que aquel sería sancionado, me llevó a arriesgar todo el prestigio, que obvio, no pasaría inadvertido. Los rezos de mi madre me acompañaron en aquella jornada de la cual ha pasado más de una década, me llamó la autoridad de la sala para pedirme una explicación en privado, era evidente que no conocía el caso en detalle, el prestigio fue un colchón que me protegió en ese instante y las disculpas ante una acción temeraria de mi parte, fue aceptada y superada; sin embargo, el destinatario de dicho gesto hasta hoy no lo recuerda, como esos en otro orden, he recibido ingratitudes de colegas, jefaturas y ex alumnos, que en medio de sus rutas han prometido en el susto y jamás han pagado con gratitud en el gusto, con un gracias o una acción de lealtad básica. Otros se han osado en declamar falsedades sobre uno, sin embargo, eso no me ha preocupado jamás, la verdad es que sigo la máxima que indica: “Si deseas conocer a una persona, no escuches lo que los demás dicen de ella. Escucha lo que ella dice de los demás.” Zaherir a otros para avanzar en la vida es lo más deshonesto y adular, para luego cambiar de opinión y hablar mal de otro, solo da cuenta que uno es el fósforo apagado o encendido, que no se permite ser el continuador del chisme. Cabe recordar al efecto, los tres filtros que estableció Sócrates en esta materia, a saber: Un discípulo llegó muy agitado a la casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera: – “¡Maestro! Quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…” / Sócrates lo interrumpió diciendo: -“¡Espera! ¿Ya hiciste pasar a través de los Tres Filtros lo que me vas a decir? /-“¿Los Tres Filtros…?”/-“Sí” – replicó Sócrates. El primer filtro es la VERDAD. –“¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos?” /-“No… lo oí decir a unos vecinos…”/“Pero al menos lo habrás hecho pasar por el segundo Filtro, que es la BONDAD: ¿Lo que me quieres decir es por lo menos bueno?” /-“No, en realidad no… al contrario…”/-“¡Ah!” – interrumpió Sócrates.- “Entonces vamos al último Filtro. ¿Es NECESARIO que me cuentes eso?”/– “Para ser sincero, no…. Necesario no es.”/– “Entonces -sonrió el sabio- Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario… sepultémoslo en el olvido…”
Cabe observar, esta pequeña regla de vida, al momento de hablar de los demás, la vida nos debe permitir crearnos nuestras propias concepciones sin generalizar, porque eso es nefasto, como una sociedad que nada dice si un médico atiende a un delincuente herido y le salva la vida, sin embargo, Critica al abogado que ejerce el derecho humano legítimo de defender a otro, base de un estado democrático de derecho. Siempre hay tiempo de cambiar y soñar con ser mejores, para ello, creo existen algunos adobes básicos de interacción, la existencia de un Estado democrático de derecho, con plena libertad, porque -parafraseando- “si me dan a elegir entre la libertad y el pan elijo la libertad para luchar por el pan”. Así también, actuar con las 5T: tacto, tino, tono, tolerancia y ternura. Tener un mínimo de cinismo tolerable, esto es, no decir todo lo que se piensa, porque a veces hay que cuidarse, ya que las palabras dichas no vuelven y si la franqueza hiere al prójimo, entonces, no es prudente y por tanto, es necesario tener elementos de cinismo básico tolerable para omitir un comentario respecto de otros. A nivel social, no olvidar los deberes colectivos consagrados en la carta universal de los derechos humanos, (artículo 29), pues no solo de derechos vive una comunidad, requiere de deberes y también de la existencia de niveles básicos de orden y seguridad. Gobernar es educar decía don Valentín Letelier Madariaga, eco de ello fue el presidente Pedro Aguirre Cerda, un gesto primario para construir “La patria justa y buena”, como expresaba don Patricio Aylwin, cuyo monumento fue inaugurado por el Presidente Gabriel Boric, quien otrora criticaba -con el ímpetu propio de la juventud- al expresidente y hoy con perspectiva del tiempo, logra comprender lo relevante que fue en la reconquista de la democracia, tiempos en los que me tocó ser un juvenil actor de esa lucha por la libertad, superado aquello me dediqué a trabajar profesionalmente sin volver a la política partidista, pero teniendo claro que un estado democrático de derecho, requiere de partidos políticos sólidos y un Congreso que esté a altura de las circunstancias, por ello valoro el cambio de tono del Presidente Boric, esto da cuenta que es una persona que razona y piensa, mejor es eso, que soñar con un mito de sociedad inexistente donde algunos disidentes como Pablo Milanés o Silvio Rodríguez, junto a miles de muchachos idealistas y otros “reconocidos por la dictadura cubana como amanerados”, eran internados en lugares de adoctrinamiento especiales, así el gobierno cubano emplazó, en la región central del país, decenas de sitios de trabajo forzado, conocidos como Unidades Militares de Ayuda a la Producción (umap), adonde fueron enviados alrededor de treinta mil hombres, para internarlos en un campo de concentración, donde debían salir -se supone- fortalecidos para seguir en esa lucha idílica de la sociedad igualitaria, de la cual Milanés se retiró hacia la capitalista, con críticas, obvio ya en su adultez avanzada, mientras los versos de eternamente Yolanda, seguían enclaustrados en el Malecón de La Habana, régimen que luego de seis décadas sigue contando entre sus filas con el trovador Silvio Rodríguez, quien eligió quedarse para siempre, aunque parece que solo como testimonio, le dedicó a Fidel, su canción Ojalá, cuando decía: “Ojalá se te acabe la mirada constante/ La palara precisa, la sonrisa perfecta/ Ojalá pase algo que te borre de pronto/ Una luz cegadora, un disparo de nieve/ Ojalá por lo menos que me lleve la muerte /Para no verte tanto, para no verte siempre/ En todos los segundos, en todas las visiones/ Ojalá que no pueda, tocarte ni en canciones…”