Chile: Un paciente inestable dentro de sus sueños, con algo de paz y de violencia. Por Ernesto Vásquez.

Nov 7, 2021 | Opinión

Ernesto Vásquez. Abogado. Licenciado, Magíster y Académico U. de Chile. Máster y Doctorando en Derecho Universidad de Alcalá.

En estos días hemos sido testigos de acciones, frases, actuaciones y hechos que nos deben hacer reflexionar. Sí, a cada uno desde su óptica y su historia; en este espacio lo hacemos -como siempre decimos- desde la precariedad del ser humano y no la certeza de otros, desde la humildad del que conoce la precariedad y el esfuerzo, la tierra en las poblaciones y el prado correctamente diseñado en otros lugares en la ciudad y de otras partes del mundo. Es que uno, solo por su esfuerzo ha podido estar en Australia y en México, en Colombia o Argentina, muchas veces invitado como académico, para compartir reflexiones desde la experiencia, lo que hacemos con cariño y compromiso, pues creemos en la cooperación entre las personas y los Estados, en el respeto a los derechos humanos en todo el orbe y en los deberes colectivos consagrados en la misma carta de Naciones Unidas.

Hoy la pandemia nos ha desestabilizado mucho más que la frase inmadura del sociólogo Sebastián Depolo, (quizás embriagado por la sensación del triunfo). El bicho nunca se volvió “buena persona” y a pesar de muchos errores, hay una figura femenina que ha dado el ancho y es que todos reconocemos en una mujer, la Dra. Daza -aquella que pareciera saber todas las respuestas- como la columna vertebral de un proceso único de vacunación, situándonos en un liderazgo mundial insospechado, que ha sido quizás, lo más destacable de este gobierno que estará al debe en otros ámbitos. Aunque muchos profesionales jóvenes y soñadores no lo entiendan, pues la inexperiencia es una condición que desaparece con los años, se ha dicho en varios tonos por economistas destacados de diversos ámbitos: Los árboles dan fruto, no dinero y es con este último es que se desarrolla un país, ergo, el crecimiento y no el desempleo, la inversión y no la incertidumbre, la paz y no la violencia, la justicia y no la delincuencia; han de ser rutas deseables para encontrar el camino necesario al retomar la historia de un país que con millares de defectos, se había situado a la cabeza de Latinoamérica y que es el faro o meta para aquellos que vienen desde las brasas del infierno de Venezuela, Haití o Cuba. Sí, tenemos nudos críticos por superar; para ello la estabilidad es esencial. Qué duda cabe, hemos tenido unos años que serían el perfecto guion de cualquier drama de teatro, solo rotularlo en la conocida frase: Inhala el futuro, exhala el pasado y respira el presente.

Es que se ha dicho: El miedo se cuela por entre las capas de nuestra sociedad y las promesas se multiplican, a sabiendas que las personas solo desean paz y un trabajo digno. Tenemos un grave inconveniente, algunos sectores, han abrazado el camino de la violencia -como lo hicieron otros grupos en el mundo con nefastas consecuencias- y dicen hacerlo, para exigir sus derechos y una Diputada, no solo condena dicha violencia, sino que justifica “el quemarlo todo”. El problema es que hay una desconexión con las personas y sus necesidades que vive en una población que clama por paz. Podemos hacer todas las modificaciones institucionales que queramos, pero si no logramos establecer que el Estado de derecho se aplique en todo Chile y no tener territorios donde o manda la violencia o el narcotráfico, no tenemos otro fin que la destrucción del Estado. Hay que sincerar las posturas, saber primero quienes desean la paz, pues la violencia nada aporta al desarrollo humano. Nunca he creído ser más que otros para dictar cátedra, sino que prefiero el camino inverso a la arrogancia que conocí de cerca, y como dijo Ludwig van Beethoven, El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad.

Todo chileno ama su libertad, como se ha afirmado “La libertad es el oxígeno del alma”. (Moshe Dayan) y necesitamos disfrutar esa libertad en armonía, allí debemos seguir la ruta de los grandes: “La paz no es solamente nuestro objetivo final, sino también la única manera en que lograremos nuestro objetivo decía Martin Luther King.

Otro espacio es el ejemplo de la lealtad y las miserias humanas, no creo que sea correcto meterse en las vidas  e infancias de los candidatos, son tan criticables quienes hacen ese periodismo como los familiares que se prestan para ello y por otro lado, hay que cuidarse y ser respetuoso de los acuerdos; eso se llama lealtad, máxime si fuiste quien declamó hacer un proceso para definir candidatos, para luego enmudecer; o sea, no se entiende la otra ruta: solo es bueno “Si me apoyan o mejor dicho: tengo esta lista de principios y para otro escenario, tengo un comodín.”

El honor y la lealtad son caras de la misma moneda, uno lo ve a diario con sus estudiantes, colegas o entorno; hay gente que por ganar un espacio de poder o salir un paso sobre otro, el colega o el amigo, son capaces de cualquier cosa, así el fin justifica los medios. No importa dejar dañar al profesor, al amigo o al colega; el logro está listo. El Tango Cambalache cada vez es más actual, en Chile su letra se puede aplicar en cualquier lugar: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor / Ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador / Todo es igual, nada es mejor / Lo mismo un burro que un gran profesor”.

Al menos, si las personas no han de cambiar, busquemos caminos para la paz, pues el odio nada engendra.

En la ruta de la vida corriente y ordinaria, conoceremos pseudo amigos y héroes, personajes de la tragedia griega que esconden su esencia en la falsedad de la existencia mundana, como el impostor guardián de la probidad que promete rectitud durante la luz del día y que bajo las estrellas planea la ilicitud con sus familiares. Como en el Derecho, en toda nuestra subsistencia existen las cosas esenciales y accesorias. El competente sabe distinguir entre la genuflexión lisonjera y los sentimientos reales. Es la gran virtud del líder que desea llegar a puerto seguro con su carga inmune, fortalecido con valores arraigados en el alma de todo ser humano pues, parafraseando a Confucio, “hay que valorar la lealtad más que el oro y la vida”, pues aquella debe ser uno de los pilares más sólidos de la existencia, por ejemplo, formar una amistad sincera, roca que ni el besar infinito de las olas puede horadar con algún error humano. Los tallos dejan la raíz, solo para dar vida y el ave virtuosa jamás ha de picotear la mano de quien le ha dado el alpiste.

Cuando observo actos de deslealtad, incluso en ámbitos femenino, me recuerdo de lo valores de mi santa madre y por cierto, lo dicho por Yukio Mishima: “Una promesa es un concepto vago hasta el momento en que entra en juego el concepto de lealtad” y para contribuir a la paz, debemos proponernos aportar -como indica un proverbio chino- “Si eres paciente en un momento de ira, escaparás de cien días de tristeza”. Por cierto, ante las acciones impropias de nuestro entorno, lo mejor es sonreír, siguiendo ahora el proverbio japonés: “El que sonríe en vez de enfurecerse, es siempre más fuerte”.

 

 

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