Cambalache en medio de un país que busca su timón. Por Ernesto Vásquez

Abr 10, 2022 | Opinión

Ernesto Vásquez es abogado, Licenciado, Magíster y Profesor de la Universidad de Chile. También es Máster y doctorando en la Universidad de Alcalá

La vida que enfrentamos a diario, en la meseta de una pandemia que no nos quiere abandonar y que entre mascarillas nos hace planificar, cual rehenes de esta epidemia con el luto a cuestas, permite agradecer la vida a pesar del mundo que nos ha tocado enfrentar y tener destellos de descanso en una turbulencia constante, en un país que busca su estabilidad en timón de un destino incierto. Sin duda hoy por hoy somos parte de un Estado laico y ello implica que las autoridades, en el marco del derecho, han de respetar las diferentes posturas y creencias que se nos declaman en una sociedad pluralista y tolerante, donde cada cual puede ejercer sus creencias con el límite del respeto a sus semejantes y a la ley.

No cabe duda, que aquella máxima que nos decía que las facultades de toda persona tienen su frontera en los derechos de otra, están en franca retirada, como un mantra social que nos enseñaron en algunas familias. Hoy se hace realidad, la funa, el grito, el juicio social fácil, el descrédito del semejante, la incoherencia en la acción, el discurso público y el actuar en las sombras cuando fuere necesario; el reproche de lo injusto para otros y la “vista gorda” cuando el accionar o el privilegio es de los cercanos, los grupos de poder que solo buscan beneficios para los de su vereda o club y la falta de respeto a las autoridades, a la historia, a la carrera profesional, al mérito de los forjadores de la patria, a los Estadistas y algunos, con precariedad en su intelecto y formación, con una mochila de vida casi vacía, con más críticas y diagnósticos en su existencia que aportes concretos o propuestas propositivas respecto de la comunidad, se permiten desdeñar por las redes sociales a quienes han dado testimonios de vida en momentos difíciles de la historia, “valientes cuando no era fácil, cuando la lista de los seres jugados por los demás era breve, cuando el bus de la lucha por la democracia estaba casi vacío y que hoy está lleno hasta la pisadera de los que declaman cualquier cosa o burrada, para ser portada en cualquier medio”. Una comunidad con ídolos de pie de barro, cantantes que no se sabe si actúan como si estuvieran drogados o vocalizan bajo los efectos constantes de psicotrópicos u otros, que han hecho de su vida una actuación pendular, actores y letrados que buscan el lado del poder donde la sombra pueda cubrirles a ellos y a sus familiares, poseedores de verdades reveladas, predicadores del púlpito de las reglas de conducta que otros han de seguir, porque ellos son los hijos elegidos para escribir o reeditar nuestra historia, nuestras costumbres, tradiciones, cultura y símbolos patrios.

Es que hoy el tango Cambalache, se ha hecho realidad como nunca. Así ya lo describía con gran prognosis histórica el autor Enrique Santos Discépolo, quien declamaba: “…Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor /Ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador/Todo es igual, nada es mejor/ Lo mismo un burro que un gran profesor…./ ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!/ Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón/…../No pienses más, sentate a un la’o/ Que a nadie importa si naciste honra’o / Si es lo mismo el que labura / Noche y día como un buey /Que el que vive de las minas / Que el que mata, que el que cura O está fuera de la ley.”

Estamos rodeados y cercados, por seres que hacen una rutina de su existir el hablar de otros, sin siquiera conocer su historia. El chisme y la burla no serían posible sin gente dispuesta a escuchar y reproducir sin siquiera chequear lo que llega a sus oídos. Para mí quien habla de otro, se describe negativamente asimismo y sus declamaciones son palabras huecas que en mi caso jamás han de caer en tierra fértil, porque voy en la vida por la ruta de la franqueza prudente en las relaciones interpersonales, máxime si ello se da en los ámbitos que me he de desenvolver, en la academia y la judicatura, en ellas no hay espacios para tal nivel de inconsecuencias, aunque existen profetas actuales que hoy son ídolos y que uno sabe que son caretas de omisiones de acciones propositivas en momentos verdaderamente difíciles de nuestra historia, nuestros jóvenes son presa fácil de referentes de cartón y gracias a Dios, también hay espacio para ver -como ilustra el poema Desiderata-  que “hay maestros y gente buena que persigue nobles ideales.”

Qué decir de las normas de urbanidad, las buenas costumbres o la lealtad a patrones mínimos de conducta. Bienvenida la multiculturalidad que enriquece nuestra comunidad, sin duda alguna, la inmigración posee factores positivos, entre ellos se sazona y engrandece nuestra vida social y cultural, a quienes han llegado a nuestra tierra, sin duda como otrora, alemanes en el sur, croatas en el norte y extremo austral de nuestra patria; españoles, peruanos y argentinos, que han enriquecido nuestra vida en sus diversas manifestaciones, esforzados cubanos y venezolanos que han encontrado la libertad y el desarrollo en nuestro terruño, trayendo sus sueños y proyectos en sus maletas, muchos de ellos nos han entregado cordialidad, alegría y valores positivos que solo nos enriquecen. Por desgracia el arcoíris de los efectos de la diáspora de las dictaduras de Latinoamérica ha hecho llegar también a nuestra patria a seres indeseables como si fuera un intercambio de “malas costumbres” que nuestro país exportó otrora a Europa, donde nuestro prestigio y mala fama también se enquistó en algunas ciudades del viejo continente. Para los nuestros que salieron a delinquir y aquellos que llegaron y que han elegido el camino del ilícito como ruta de existencia, el máximo rigor de la ley.

En el Chile de hoy, hay millares de hogares que entienden o creen como un dogma que la educación y formación de las personas las ha de entregar la Escuela o Colegio, donde -literalmente- muchos padres, depositan a sus hijos como si estos fuesen guardadores que ha de entregarles reglas de comportamiento colectivo, de hecho quienes tenemos algo de experiencia en materia pedagógica tenemos muy claro y podemos corroborarlo con cualquier docente con experiencia en aulas, que en realidad los establecimientos educacionales no forman persona íntegras, sin la colaboración de las respectivas familias. Los infantes de nuestra patria han de ser los hombres y mujeres del futuro, basados primera y esencialmente, en la enseñanza, principios y valores que en cada hogar se les ha de entregar, en el ejemplo diario que ven en sus padres, nada -se ha afirmado- enseña más y de mejor manera que el ejemplo y testimonio de los padres, aquellos han de ser el espejo en el cual los hijos se proyectan, reflejando ulteriormente su conducta en la comunidad y de ahí fluye la coherencia en su futuro accionar.

Se acerca Semana Santa, para algunos unos serán días de asueto legítimos para disfrutar de un feriado largo, para otros unos días de reflexión religiosa, no se trata de comer pescado como nunca y abstenerse de comer carnes rojas como si de aquello dependiera abrazar las puertas del perdón o el cielo. cabe destacar que hubo un mesías llamado Jesús y cuyo gran pecado fue declamar el amor y la justicia y una máxima imposible de entender hoy: “amar al prójimo como a uno mismo”.  La fe es un don y en un estado laico, respetable como cualquier postura, idea o creencia que esté enmarcada en el ámbito de un estado de derecho democrático. Empero, dable es recordar que un gran porcentaje de integrantes de esta sociedad chilena, para bien o para mal, es creyente e incluso hay además de ello, en varias zonas del país, grupos de personas que expresan su devoción por la Virgen del Carmen como patrona de Chile  -vale clarificarlo en una sociedad que alardea de la crueldad, la revancha, la violencia y el odio, como mochilas deseables de heredar a las nuevas generaciones, colocándolas en un pedestal donde pueden juzgar a diestra y siniestra, sin más límites que el arbitrio personal o colectivo, aplicando una vara a los demás y otra a los actos propios o de sus entorno.

Por regla de vida, cuando actúo como académico, lo hago desde las precariedades de quien sueña con ser como el maestro al que se admira más que el profesor prusiano que exige que le repitan lo que cuenta, prefiero seguir a Khalil Gibran, parafraseando su discurso, expreso que el maestro es aquel que acompaña a sus educandos haciéndolos que sean arquitectos de su propio destino y le invita a abrir sus alas, porque ningún hombre puede entregar sus alas a otros, para que éste haga su plan de vida.

En estos días de juicios públicos y que seremos testigos de las películas que nos ilustren el Juicio a Jesús, donde el pueblo virtuoso eligió a Barrabás como líder y a Jesús como el sujeto a ser humillado en la cruz, podemos recordar también que aquel, denostado injustamente por una comunidad deseosas de observar dolor y muerte, en una escena de su vida fue puesto a prueba como un juez cualquiera, así se colige del evangelio según San Juan, cuando ilustra que : “Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrearla Y Tú, ¿qué dices?”. Como insistían, les dijo: “Aquél de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”. Al escuchar esto, todos se retiraron”

En los próximos días, veremos -en Chile- en medio de la rotulada Semana Santa, muchos que seguramente, sí arrojarían la piedra, son los nuevos tiempos. Dios y la patria, nos pille confesados.

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