El Mapocho se vio coronado en su viaje al poniente con un tapón de más de 800 toneladas de basura. Algo similar ocurrió en otros ríos de Chile, a los que hace años la falta de lluvia y nuestras malas maneras han hecho que se les pierda el respeto. Y su desborde ha hecho sufrir a muchos. No es culpa del agua.
La pérdida de respeto a casi todo es propia del proceso de flaitización nacional. El flaite es prolífico en el uso de la ventaja, en el lenguaje soez, es desparpajado y avispado. Es vivo, viva y vive. Los jóvenes se tratan a chuchadas.
El flaite es transversal. No reconoce estrato socio – económico, ni domicilio político o civil en comuna determinada. Es tan flaite el canero o matón que ostenta lanarco cultura, como lo es el “emprendedor” o ejecutivo de finanzas o negocios que hace de la infracción y la “chispeza” su herramienta. Se pasa los pare, no respeta al transeúnte, no señaliza, echa encima tanto la F30 como el auto “tuneado” o el de “alta gama”. Es ávido, pero ramplón. Compensa así su ser ignaro.
El más deleznable es el flaite que tira la basura y los pañales de sus “bebés” y sus bolsas de hamburguesas debajo de sus 4×4 en los parques públicos luego de pasear y se va como si nada. No recoge las fecas de sus perros o deja sus bolsas en medio de las plantas. El, la, les flaites es insolente con todos y todo. En Barrios de Santiago y de Viña del Mar, por ejemplo, a veces pagan colegios, autos e hipotecarios caros, pero no enseñan a sus menores a no botar basura, ni dejar sus botellas o latas de trago lanzadas a los prados en la curadera de la madrugada. Por el contrario, el flaite que se dice ABC1 rompe o roba señalética o grifos, y eso lo sube a RRSS donde otros flaites lo celebran.
La corona de basura del Mapocho la hicieron todos los flaites que aguas arriba armaron el tapón. Solo la educación y la recuperación del respeto lo removerán.
Juan Carlos Manríquez
