El desafío de Santiago 2023, ser un mejor país. Por Ernesto Vásquez

Ago 14, 2023 | Opinión

Muchas veces –quizás demasiadas- repito a mis hijas: “La vida no se puede hacer en borrador, piensen antes de actuar”. Por otro lado, dable es declamar que la perfección no existe como un estado permanente, tampoco la felicidad, la cual son meros destellos que, asomadas con momentos de tristeza, nos permiten apreciarla en su gran magnitud.

Hay gente que vive de la apariencia del éxito y para ello, las redes sociales son el mejor o peor aliado, pues congelan momentos que algunas veces son auténticos y otros una mera ilusión. En fin, una ruta sana para convivir ha de ser la empatía y aprender a cohabitar con los demás, no juzgar a otros, pues cada uno ha debido recorrer una senda distinta para lograr sus metas. Un sello que he tratado de cultivar, es la amabilidad, es una acción humana que abre muchas puertas; con razón decía Sócrates: “Sé amable con todo el mundo, pues cada persona libra algún tipo de batalla.”

Quizá lo único certero en la vida es que el amor de madre (y también de algunos padres) es infinito. El resto es todo relativo. Alguna vez un maestro me dijo, “Vive la vida con intensidad y cuida tu mente y tu cuerpo, el conocimiento y el deporte como norte, te harán mejor persona, empero no sea aquello para vanagloriarte; por el contrario, que sea un estímulo para servir”. Dicen que el poeta romano Décimo Junio Juvenal (que habitó la tierra entre el siglo I y II d.c.) sería el autor de la frase en “Mens sana in corpore sano”, aunque el sentido que hoy se le otorga no es el mismo que le dio su autor; que por lo demás, era más bien un poeta no tan serio y la expresión, se ha indicado, buscaba algo más profundo, a saber, “orar (que puede ser quizás reflexionar o meditar) para luego, tener un cuerpo sano”, parafraseando a dicho vate, entonces, desde siempre, el ser humano ha entendido o buscado formas de unir los pensamientos con las acciones, las ideas con lo físico. Una sociedad sana que se nutre del deporte y a su vez instruida y educada, puede enfrentar de mejor manera los momentos infelices de la existencia y por cierto, alejarse de las drogas y el alcohol, que es sin duda alguna, un común denominador al momento de materializarse los ilícitos penales.

Con los años alguna vez escuché que alguien se mofó, porque un conocido rotuló Olimpiadas a los juegos Olímpicos, haciendo reír a otros y avergonzando a su semejante con su falsa sabiduría; una funa ad hoc, parte de la nueva tradición humana que establece que bien vale -por la causa que fuere- dejar como torpe al otro, aunque cabe recordar que la ignorancia es atrevida. Algunos, al mismo tiempo, se esfuerzan más en ser inclusivos por el uso de letras o cambiando una consonante por una x para reafirmar tal inserción social. Otros, luego de haber sido parte del espectáculo televisivos de antaño, usando la figura femenina en sus programas o derechamente cosificándolas, amanecieron por arte de magia, como los pretorianos que cuidan lo moralmente correcto y que juzgan a los semejantes; estableciendo formas absolutas, de dignificar su nuevo discurso. Seres impolutos que nacieron desde la misma santidad que declaman por doquier, como aquel que evoca la justicia en algún púlpito o estrado y en su casa posee un infierno de violencia doméstica.

Es verdad que la sociedad ha cambiado y en muchos casos, culturalmente para bien y la inclusión no solo debe ser una regla moral de una comunidad, ha de ser una legítima forma de observar la equidad de las personas. El amor que no conoce fronteras y no juzga para demostrar superioridad, sino deferencia y armonía, es lo que nos hace falta como directriz de vida. La inclusión no se trata de cambiar solo la x por una vocal, implica algo más, es buscar incorporar a nuestra rutina diaria a aquellos seres que, por razones múltiples, la propia existencia les ha impedido poseer todas las oportunidades para enfrentar la vida en comunidad. En tal escenario, el Deporte y los encuentros como Santiago 2023, son hitos que podemos también darle contenido propositivo. Cabe observar, que los discapacitados hace treinta años, eran seres invisibilizados para la sociedad y su sino normal era la limosna o el rincón del olvido. Hay mucha gente que le gusta el conflicto y la crítica sin aporte y en eso prefiero esa frase: “Hazlo, te van a criticar igual” o aquella del presidente John F. Kennedy de los Estados Unidos, que expresó: “No te preguntes tanto que hace tu país por ti, pegúntate que haces tú por tu país”.  En lo personal, me he equivocado millares de veces, en mi vida y siempre hablo desde mi precariedad humana, tratar de ser mejor persona no significa no reconocer errores, ni haber sido un monje; lo importante es no perseverar en actuar mal ni juzgar a otros con inmisericordia.

La inclusión es mucho más que cambiar una consonante por una vocal, respetando todas las posturas, puedo afirmar que, si queremos realmente ser inclusivos, debemos colocarnos en los zapatos de quienes poseen una discapacidad, ser empáticos y observar el mundo desde sus perspectivas: en sus sillas de ruedas, su ceguera o falta de audio o sonido u oportunidades; solo así podremos verdaderamente pasar de preocuparnos a ocuparnos y dejarnos de buscar al que siembra la frase más hiriente para aplaudirlo. Si queremos ser inclusivos socialmente, debemos buscar que en las poblaciones y en los lugares que la misma sociedad ha puesto como marginales, existan los mejores profesionales, los expertos policías, los funcionarios más probos y comprometidos, los  maestros y las profesoras con la mejor vocación y también las mejores instalaciones sociales y deportivas; porque efectivamente una sociedad es mejor no cuando los unos andan juzgando inmisericorde al prójimo desde su supuesta perfección, si no, cuando son un real aporte para sus semejantes. Pronto como país y como Región Metropolitana, tendremos una gran oportunidad de observar y recibir a los mejores deportistas del continente y varios de ellos del mundo. Es una gran ocasión para reunir (y así lo hemos propuesto sin eco), la cultura, las universidades, la sociedad y el deporte; para que el hito de Santiago 2023, sea el momento en que nuestra sociedad comience a navegar por aguas de armonía, educación, crecimiento y equidad. Lo que nos debe importar es lo esencial, el desafío de pasar en medio del deporte y los Juegos Panamericanos de 2023, para que Santiago y Chile, sean una estela de luz al final del túnel y podamos contemplar la real inclusión en la dimensión Panaparaolímpica, donde el deporte, el esfuerzo y la fe, derrotan al pesimismo y al odio, que solo sabe de rencor y desarmonía y enterremos “el chaqueteo”, para que renazca nuestra gran virtud como país, la solidaridad.

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