Lealtad y amistad en los nuevos y antiguos tiempos. Por Ernesto Vásquez.

Ago 1, 2023 | Opinión

Ernesto Vásquez. Abogado. Licenciado, Magíster y Profesor Universidad de Chile. Máster y doctorando. Universidad de Alcalá.

Se ha dicho que hay tres cosas, acciones o situaciones, que materializadas o no, jamás regresan, a saber: “La palabra dicha, la flecha lanzada y la oportunidad perdida”. Por otro lado, hay una expresión entre los letrados penalistas que, con el tiempo la entendemos totalmente: “Las personas prometen en el susto y no pagan en el gusto”. La vida enseña, con los avatares propios de la cotidianeidad, que cuando el éxito, los rayos solares y las estrellas de los buenos tiempos están en la órbita de tus días, lo más probable es que te falten dedos y manos para contar a los amigos y a todos quienes te rodean y demuestran su afecto e interés. Por el contrario, en medio de las nebulosas, que se adjuntan a los momentos difíciles con sus tempestades; serán muy pocos, quienes de verdad quieran comunicarse contigo y seguramente, tu refugio será tu núcleo familiar.

Por cierto, esta regla de la existencia, posee honrosas excepciones. La vida me ha enseñado que las promesas recibidas junto a las loas irreflexivas, hay que observarlas de quien las emite, sobre todo, saber si aquella persona posee consecuencia y coherencia de vida. Es que la sabiduría consiste en poder ponderar adecuadamente, tales situaciones y relevar como alguien especial a quien, te escucha y está a tu lado, sean cual fueren las circunstancias. Eso es la lealtad de vida, un premio que debemos saber reconocer y valorar como una riqueza en medio de estos tiempos turbulentos. De hecho, como decía Confucio: “El erudito no considera el oro como un preciado tesoro, sino la lealtad y la buena fe”.

Por ello, vale compartir la reflexión que alguna vez me hizo mi progenitor, respecto de lo que se ha de entender por lealtad. Mi maestro y padre, me expresaba dentro del contexto de la paciencia y la madurez su razonamiento, que, en la ruta de la vida corriente, conoceremos seudoamigos lisonjeros, sin fondo y también héroes extraordinarios; los primeros son personajes de la tragedia griega que esconden su esencia en la falsedad de la existencia mundana, como el impostor guardián de la probidad que promete rectitud durante la luz del día y que bajo las estrellas planea la ilicitud.  Por cierto, grandes seres humanos hay, que –como dice el poema Desiderata- no debemos dejar de observarlos a pesar de la maldad que pudiere existir en la comunidad. Es que las personas y sus vidas, son como una noria llena de agua mezclada, con sendas laberínticas, un túnel de rarezas impropias, algunos de ellos con legítimas luchas que superan y otros, con combates cual Quijote, contra la propia existencia.

En la senda del derecho como en nuestra subsistencia, existen las cosas principales y accesorias. El sujeto inteligente y empático, puede y debe distinguir entre la genuflexión lisonjera y el halago o recompensa legítima. Una cosa es la cáscara de las personas o las frutas y otras su interior, siendo evidente a veces lo olvidamos. Por ello, saber descubrir lo valioso en cada cual, es la gran virtud del líder que desea llegar a puerto seguro con su carga inmune, pese a las tempestades del mar de la subsistencia y el gran regalo que, por otro lado, puede estar más cerca de lo que creemos, si dejamos que la ansiedad no nos abrace como guía y un gran árbol aparente, nos impida ver el bosque, pues el león que nace en un zoológico, jamás podrá comprender lo que significa ser el rey de la selva.

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