Las audiencias telemáticas: Una reflexión sobre la pérdida de la solemnidad y formalidad judicial. Por Diego Palomo

Jun 23, 2023 | Opinión

Diego Palomo.  Abogado. Magíster y Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Académico Universidad de Talca.

La historia Post-Covid ya no es la misma, lo que se ve reflejado en todo orden de cosas. En lo que nos importa ahora, ha implicado un cambio tan significativo que ha alterado la esencia misma de las audiencias judiciales: la llegada de la modalidad telemática, como solución a la catástrofe sanitaria, pero que se ha quedado.

Huelga señalar que es un avance tecnológico que permitió salir del paso, y lograr que la Justicia no se detuviese. Ahora, si bien ha facilitado la accesibilidad y la eficiencia del sistema judicial, no ha estado inmune a una serie de problemas, de los cuales sólo queremos abordar uno en esta oportunidad: la pérdida de la solemnidad y formalidad judicial.

Al cuestionar dónde quedó la solemnidad y formalidad de dichas audiencias, nos adentramos en un debate trascendental sobre los valores fundamentales de la justicia y su manifestación en el ámbito virtual.

La solemnidad y formalidad de las audiencias judiciales, durante siglos, han sido consideradas pilares sobre los cuales descansa el adecuado desarrollo de la administración de justicia. Hay mucho de simbólico en las solemnidades y las formalidades. Se trataba de espacios sagrados, impregnados de un aire de respeto y seriedad, donde el riguroso proceso legal se desenvolvía con reverencia y cuidado decoro.

Sin embargo, con la emergencia de la virtualidad, estas cualidades intrínsecas se han visto desafiadas y han operado a la baja.

La modalidad telemática, si bien ha democratizado el acceso a la justicia y ha proporcionado una alternativa frente a las barreras físicas y geográficas, ha provocado una disminución importante en la solemnidad y formalidad tradicionalmente asociadas con la comparecencia ante los tribunales de justicia.

De otro lado, las limitaciones inherentes a la comunicación en línea, con sus interrupciones técnicas y desafíos de la inestabilidad de la conexión (“señor abogado: ¿nos escucha?), han creado una atmósfera más distante y despersonalizada, que a menudo carece del aura solemne que una sala de audiencias presencial proporcionaba.

Como sea, la importancia de la solemnidad y formalidad en las audiencias judiciales radica, se quiera reconocer o no, en la salvaguardia de la confianza del público en el sistema judicial que, paradójicamente, ve extremadamente dificultada su posibilidad de conectarse a la sala, afectándose de este modo el valor de la publicidad. Las normas que establecen el derecho a un juicio público quedan inaplicadas en la realidad, salvo aquellos casos en que la persona logra sortear las exigencias y dificultades técnicas para obtener el link y ser admitido.

Estos elementos simbólicos, presentes en cada gesto y procedimiento en una sala de audiencias tradicional, contribuían a generar un ambiente propicio para la dignidad procesal y judicial.

Sin embargo, en la era digital y del formato telemático, los participantes de una audiencia se enfrentan a desafíos que amenazan la solemnidad y formalidad inherentes. Las interrupciones técnicas, las distracciones en el entorno del participante, la capacidad de atención de los jueces e intervinientes y la dificultad para percibir y comunicar las sutilezas no verbales, pueden erosionar la integridad del proceso, disminuyendo la seriedad y trascendencia de la justicia impartida y, consecuencialmente, la calidad de la percepción y de la decisión.

La informalidad en las vestimentas durante las audiencias telemáticas también ha sido motivo de debate. Mientras que en las comparecencias presenciales se exigía una vestimenta formal y respetuosa, que de acuerdo al consenso transmitía el debido respeto por la solemnidad del proceso, en la modalidad telemática se ha observado una relajación en esta área, que en ocasiones raya el mal gusto. La comodidad del entorno hogareño y la ausencia de la mirada atenta de los presentes en la sala de audiencias han llevado a una tendencia hacia vestimentas más informales y relajadas. Esta casualidad en la vestimenta puede generar una sensación de despreocupación y socavar la seriedad y trascendencia de los procedimientos judiciales y de la Justicia.

Asimismo, es importante mencionar la informalidad en la forma de expresarse y argumentar durante las audiencias telemáticas. La comunicación a través de una pantalla puede propiciar un tono más coloquial y menos riguroso en el lenguaje utilizado. Y una cosa es el lenguaje claro, y otra es argumentar dejando completamente a un lado el lenguaje técnico que corresponde utilizar a un profesional del Derecho. La falta de la presencia física y la distancia que brinda la tecnología pueden llevar a una menor preocupación en la elección de las palabras, así como a una disminución en la precisión y la contundencia de los argumentos presentados. Esta informalidad en la expresión puede mermar la fuerza y la persuasión que se espera en un ambiente de justicia formal, donde la elocuencia y la claridad son imprescindibles.

Con todo, a pesar de estas preocupaciones, es posible encontrar soluciones que mitiguen la pérdida de solemnidad y formalidad en las audiencias telemáticas. La adopción ya no de protocolos, sino que de reglas legales claras, para la conducta de los participantes, el establecimiento de estándares de vestimenta y el fomento de un entorno virtual respetuoso y ordenado, son algunos pasos hacia la recuperación de la atmósfera adecuada y coherente con las cuestiones que se ventilan y deciden por la Justicia.

La innovación tecnológica nos desafía a reflexionar sobre cómo preservar estos valores de la justicia en un entorno virtual. La solemnidad y formalidad, aunque puedan parecer conceptos intangibles, son fundamentales para garantizar la integridad y el respeto en los procesos judiciales. Tanto la vestimenta más informal como la expresión menos rigurosa representan una desviación de las expectativas establecidas en las comparecencias presenciales. Es fundamental reconocer estas tendencias y trabajar en conjunto para encontrar soluciones que preserven los valores y la integridad de la justicia, adaptándolos de manera adecuada a los nuevos entornos virtuales. La solemnidad y formalidad son (siguen siendo) pilares de la administración de justicia y su preservación es fundamental para garantizar la confianza y la eficacia del sistema legal en el siglo XXI.

Es nuestra responsabilidad adaptar las nuevas modalidades (con todo lo positivo que entrañan) a estos valores, sin menoscabar el espíritu de la Justicia.

 

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