La anemia propositiva en materia de prevención y control del delito de los candidatos a La Moneda. Por Manuel Guerra

Oct 26, 2021 | Opinión

Manuel Guerra Fuenzalida. Abogado, Magíster en Derecho Penal, Universidad de Talca. Es profesor Facultad de Derecho, Universidad San Sebastián. Exfiscal Regional Metropolitano Oriente.

Si hay algo que ha caracterizado el debate de cara a la próxima elección presidencial es que más que centrarse en propuestas de sociedad o en programas de gobierno, los énfasis se han puesto en desnudar los defectos de los adversarios mediante el uso de descalificaciones de diversa índole en una espiral bastante poco deseable.

Resultado de lo anterior, es un pobre nivel del debate y de una tendencia a la altisonancia y a la cuña célebre más que a la elaboración de proyectos y propuestas consistentes que permitan analizar seriamente la visión de futuro de los distintos candidatos.

Ante este escenario, poco optimistas estarían  intelectuales de la talla de Valentín Letelier, Eduardo Frei Montalva, Eugenio González, Raúl Rettig, Volodia Teitelboim o Francisco Bulnes Sanfuentes, por nombrar a algunos de nuestros más respetables tribunos y capaces estadistas, siendo necesario preguntarnos que proponen los candidatos presidenciales de cara al fenómeno del delito y la violencia como manifestación del mismo, situación que desde hace ya más de 20 años constituye una de las principales preocupaciones de los chilenos.

Revisando el escaso y pobre material disponible, vale la pena realizar un análisis muy básico sobre el punto. Partamos por descartar a las testimoniales candidaturas de Eduardo Artés, Franco Parisi y Marco Enríquez, cuyas perspectivas de éxito son bajas. El primero, por carecer de base de apoyo y vivir en una sociedad imaginaria distinta a la nuestra. El segundo por no estar en Chile y el último, pese a ser a mi juicio el más preparado de todos los candidatos, por carecer lamentablemente  de la visión colectiva que requiere un proyecto presidencial.

Así las cosas, veamos brevemente que han propuesto los restantes candidatos

José Antonio Kast

El candidato de los sectores más conservadores de la derecha chilena, utiliza como slogan la frase “Atrévete a vivir en Paz”. El eje principal de su postura pasa por poner en el centro de la atención del estado a la persona de la víctima, propiciando la generación de esfuerzos que posibiliten una prioritaria defensa de esta. Además, plantea como medida de prevención el aislamiento de grupos vulnerables a la contaminación criminógena y procurar medidas destinadas a rehabilitar a quienes delinquen.

Reafirma su vez, el viejo axioma de la derecha de dar respaldo incondicional al accionar de la fuerza policial en la lucha contra la delincuencia, estableciendo como objetivo especial la recuperación del estado de derecho en La Araucanía incluyendo en ello la colaboración de los militares.

Junto a eso, se recurre a frases ya escuchadas en otras campañas “quitar las rejas de las casas de los chilenos y construir más cárceles”; “que los presos trabajen para pagar su gasto en prisión” y los clásicos de las épocas de campañas aumentar penas y limpiar instituciones junto a la generación de algunos sistemas burocráticos con otros nombres. Nada nuevo o no probado.

Sebastián Sichel

El candidato de la derecha oficialista parte con una frase facilista que repite para todo “que el Estado haga mejor la pega”, para luego plantear la integración y el reconocimiento de la ciudadanía. Plantea una reforma a Carabineros y a su sistema educacional, crear un sistema de defensoría ciudadana, reestructuración de la agencia nacional de inteligencia y dividir el Ministerio del Interior creando un Ministerio de Seguridad Pública. Avanza luego con la división de funciones de las subsecretarías existentes y de la coordinación del uso de recursos logísticos para específicos tipos de violencia, narcotráfico y crimen organizado. Alguna novedad, la verdad es que no, una película repetida que deja la sensación de que eso ya lo he visto en alguna parte. Solo movimiento de piezas dentro de la burocracia estatal, con la asesoría de quienes han mostrado ineptitud en el control del delito en dos gobiernos.

Yasna Provoste

En la lógica de los slogans la candidata de la ex Concertación recurre a una de las canciones emblemáticas del asesinado cantautor Víctor Jara “Seguridad ciudadana. el Derecho de vivir en Paz”.  A partir de dicha frase expresa que el centro de las preocupaciones debe estar puesto en las personas y apela a la necesidad de considerar la evidencia y medidas que han funcionado en otros escenarios similares.

Como elemento destacable plantea acciones concretas a realizar dentro de los primeros 100 días de su eventual mandato como la intervención de 50 barrios críticos. Paralelamente, no plantea la generación de nuevas instituciones, sino que mas bien hacer actuar las actuales bajo la coordinación del gobierno.

Paralelamente la candidatura de Provoste plantea la necesidad de contar con una estrategia nacional de seguridad pública contra el crimen organizado. Es cierto menos ruidos, pero también escasas nueces.

Gabriel Boric

Fiel al estilo verborreico del asambleísmo del cual proviene, ( experiencia laboral conocida no tiene) el candidato de la izquierda se enfoca desde la necesidad de privilegiar la participación ciudadana, para luego plantear el fortalecimiento de un sistema de seguridad ciudadana que empodere la acción de los municipios ( algo necesario sin duda), fortaleciendo las competencias de los gobiernos regionales y generando una nueva policía para Chile  comprometida con los DD.HH. y que recupere la legitimidad ante la ciudadanía. Buen verso, poco contenido. Resultados propuestos pocos.

Si bien existen propuestas de las principales candidaturas se echa de menos la generación de una estrategia de seguridad pública que ponga el énfasis en la prevención del delito. En efecto, la primera tarea del Estado es evitar que ocurran delitos y para ello es fundamental un compromiso del Estado (no solo del gobierno de turno) en orden a atacar a aquellos factores relevantes que inciden en la ocurrencia de delitos

Poco y nada se aborda el creciente aumento de la deserción escolar ni el temprano consumo y abuso en el consumo de sustancias estupefacientes, en especial la pasta base de cocaína que es el cáncer en los sectores más abandonados por el Estado. Casi nada se dice de la recuperación de los espacios públicos, tema fundamental para erradicar a las bandas criminales que hoy controlan vastos sectores de nuestras ciudades y que hacen uso de la violencia como método de solución de conflictos.

En el ámbito policial, más que destruir a Carabineros o refundarlo, se debe reformar la institución eliminando muchas de las tareas que hoy realiza y que no se ajustan a las definiciones normativas de su ley orgánica. Eso desde dirigir el tránsito, pasando por temas relativos a infracciones o incivilidades de conocimiento de los juzgados de policía local, notificaciones de resoluciones judiciales, cumplimiento de medidas de protección, asistencia junto a receptores judiciales para retiro de especies en embargos, control de espectáculos deportivos y de espectáculos artísticos por mencionar algunos. Carabineros es una policía preventiva. Su labor es patrullar para disuadir la comisión de delitos y si estos ocurren detener en flagrancia y por eso debería medírseles.

En síntesis, nuestros candidatos con más perspectivas de éxito buscan soluciones fáciles para problemas complejos, reflejan un profundo desconocimiento de la realidad en su mayoría y promueven soluciones que no se hacen cargo de los factores que inciden en la existencia de la delincuencia y sino que solo ponen el acento en sus efectos, en lo que ha sido parte de los errores persistentes desde ya más de 25 años,  en su mayoría con recetas ya probadas y fracasadas ante las cuales los delincuentes y las agrupaciones criminales pueden estar tranquilas ya que la anemia crece día a día sin soluciones efectivas.

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