El fracaso de las políticas de reinserción de menores infractores: la confesión del “Cisarro”, una noche de terror en Buin y su condena a 10 años de presidio como adulto

Feb 24, 2021 | Actualidad

Créditos Imagen : TVN

Andrés López Vergara, En Estrado.

Estuvo inmerso en las portadas de los diarios, las noticias de la televisión y los reportes de las radios. Su infancia estuvo marcada por hechos delictuales, incluso siendo inimputable, junto con una sobreexposición y casi nula protección de sus derechos frente a la opinión pública.

Un trayecto marcado por pasos por centros de reinserción e, incluso, se publicitaron sus tratamientos, resaltaron cada una de sus detenciones. Un remedio que fue peor que la enfermedad.

Políticas poco claras, que año a año se postergan o navegan en medio de indicaciones, donde, finalmente, la solución  rápida de las problemáticas que sufre los niños niñas y adolescentes en centros y residencias, no sería parte del objetivo. Una forma de actuar que se ha repetido en los últimos gobiernos, sin importar color político.

Cristóbal Cabrera Morales es su nombre, no “cisarro”, y esta es su confesión que derivó en la condena a 10 años de presidio por robo con violencia e intimidación de una familia que fue amenazada dentro de su casa en 2019 y que aún mantienen las secuelas sicológicas, según declararon en el juicio. Una prueba del fracaso de las políticas de reinserción de menores infractores.

La confesión

Para llegar a esa convicción, los magistrados tuvieron en cuenta la confesión de ambos acusados, quienes relataron el hecho delictual y su posterior detención por parte de efectivos de Carabineros.

“Cristóbal Cabrera Morales sostuvo que el 30 de julio como a las diez se juntaron con Marco, Marcelo y otro sujeto yendo en dirección desconocida para ver que podían hacer porque andaban ‘een eso’. Llegaron al condominio en Buin, forcejearon el portón con la herramienta. Vieron la casa, no tenía reja perimetral y mantenía una ventana abierta. Él con Marcelo subieron. Los otros bajaron y dijeron que había gente. Él tomó el desatornillador. Había una niña chica, ante lo cual él dijo ‘no la toquen’”, señala el fallo de l Tribunal oral de San Bernardo.

“Sustrajeron plasmas, teléfonos, notebook, pusieron cosas en la maleta, el compañero les pasó llaves de la Mazda, la cargaron y se fueron. El la manejó, los otros iban en la Suzuki. Por la caletera vieron el carro policial y comenzó la persecución por calles que desconoce hasta llegar a una sin salida, entonces se escondió en un río y lo sacaron los carabineros con una piola y un helicóptero. Precisó que él y Marcelo estuvieron esperando en Quillayes a que llegara la camioneta de Marcos -que era el dueño de la misma- y el otro. En el interior del inmueble, dijo, el dueño de la casa, la mujer y la niña estaban abajo y él bajó a tratar que no les hicieran nada. Solamente amarraron al hombre. Él colaboró en amarrarlo hombre, pero nada más”, agrega el relato.

“El destornillador lo usó para forzar el portón. Entraron a la casa los cuatro. Él andaba con polerón azul con letras casi amarillas y zapatillas oscuras, Marcelo con una chaqueta gris, Marco con polerón plomo con gorro y el otro con chaqueta negra. Cree que al entrar la víctima escuchó pasos y gritó ‘quién anda ahí’ y los chiquillos se tiraron a sujetarlo. Él se fue al segundo piso a revisar. Dijo que al hombre solo lo amarraron con cordeles, pero no le pegaron. Al mismo hombre le dijo ‘no te movai, no hagas nada que te perjudique, pone las manos para podernos ir tranquilos’. Él tenía el desatornillador en sus manos, era azul con tuerca en la parte de atrás, como de veinte centímetros aproximadamente. A la mujer que estaba en la misma habitación, no se le hizo nada, se le dijo que tranquilizara a la niña. Al menos eso por su parte”, relata la resolución.

“Los demás estaban con pistolas de fogueo y tres desatornilladores. Sacaron un plasma y notebook del dormitorio. De la sala de estar él sacó otro plasma y lo puso en la camioneta Mazda donde se subieron él y Marcelo. Los otros dos se fueron en la Suzuki de su amigo Marco. Respondió que uno de los que andaban con ellos se apodaba Pififi, de Pudahuel, que se habían juntado antes y actuaron como a las doce y media”, manifiesta en su testimonio.

“Dijo que en la Comisaría lo desvistieron entero porque estaba empapado. La víctima llegó a esa Unidad y por un vidrio lo reconoció. Le sacaron muchas fotos, incluso desnudo y andan en las redes sociales”, finalizó.

Lea el fallo completo acá. 

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