Carlos Daza Gómez, un faro académico desde UNAM para América (homenaje póstumo al presidente del Colegio de Profesores de Derecho Penal UNAM). Por Ernesto Vásquez

Ene 24, 2021 | Actualidad

Créditos Imagen : Facebook Facultad de Derecho UNAM

Ernesto Vásquez Barriga. Abogado. Licenciado, Magíster y Académico, Universidad de Chile. Profesor Honorífico Colegio de Profesores de Derecho Penal UNAM.

Ernesto Vásquez.

Como si el dolor no fuere suficiente en el año que nos abandonó, ahora en el mes de enero de este 2021 y de manera intempestiva, abrazado por la estela del dolor de la pandemia, nos dejó con millares de ideas y proyectos, nuestro querido amigo, maestro y Dr. Profesor Carlos Daza Gómez, un ícono en derecho de la Universidad Autónoma de México.

Tuve el privilegio -fue, qué duda cabe un regalo inmerecido de Dios para mí- de conocerlo como profesional y ser humano; un hombre feliz, lleno de esperanza, sueños y proyectos. Un Maestro de esos que Khalil Gibran describía con acierto, “los que no les traspasan sus dogmas a sus educandos, sino que los haces explorar sus propios pensamientos y ser arquitectos de sus destinos, un maestro es un guía que no impone, da el ejemplo con su testimonio”. El Dr. Daza Gómez, no era un Profesor que exponía con rituales sus sólidos conocimientos jurídicos de derecho penal, lo hacía con sencillez, buscando en su interlocutor alguien que pudiera captar la esencia de su mensaje, se esforzaba por ser entendido y no dejar como ignorante a su interlocutor, no era la prusiana lección impuesta, sino la enseñanza entregada con afecto y sabiduría.

No era un profesor que pasaba la materia y listo, de esos que creen que los alumnos les deben repetir lo que ellos les han expuesto. No; mi amigo y académico Carlos Daza Gómez, era en esencia lo que debe ser un maestro, “era un inspirador”. Todos los que lo conocimos, hurtamos algo de su sello, reímos con él, compartimos anécdotas, soñamos en una sociedad mejor y nos inspiramos en sus invitaciones. De la nada nos estimulaba a discutir y ampliar el horizonte, a derribar barreras; no era de aquellos que atesoran para sí los secretos del conocimiento…Cómo si su misión fuese ser un sembrador de esperanza y de legitimar el derecho penal en la sociedad desde la Universidad pública y plural, pues a través del conocimiento y sabedor de la heridas profundas de nuestra América Latina, buscaba ampliar el radio de vinculaciones, no miraba en menos a nadie, amaba a su Universidad y su afecto no era vanidoso ni excluyente y que decir del deporte, a los Pumas -como no- muchas veces conversamos sobre los jugadores chilenos que militaron en esa tienda deportiva, se quedaron en ese club como petrificados por el afecto, desde el Pata Bendita, Tincho Gálvez y hasta hace un tiempo, mi amigo y compatriota Marcelo Díaz.

Debo reconocer que, muchas veces siendo su invitado a encuentros académicos, me sentía avergonzado que me hubiere considerado y buscaba un segundo plano; es que el nivel de sus amistades intelectuales era de gran relieve latinoamericano y europeo, pero para él su amigo chileno era uno más y merecía atención y se multiplicaba junto a su equipo de apoyo para hacerme sentir como en casa. Amén de nuestra América Latina, España era su otro lugar de ensueño por sus logros académicos y con justa causa.

Debo confesar que, en mis viajes a México, se esmeraba en darme todas las comodidades que estuvieran a su alcance y yo veía que eran tantas las personas que lo buscaban, que me daba pudor abusar de su bondad. Era solemne cuando la ocasión lo ameritaba y humano, sencillo, afable, cariñoso y bromista, cuando la tranquilidad de la tarde lo permitía. Un día no contento con haberme dado junto a su equipo un gran recibimiento, presentándome a su gran amigo el Director de la Facultad de Derecho de la UNAM, Dr. Raúl Contreras; me pidió reunirme con los docentes del colegio de profesores de Derecho Penal y Procesal Penal en pleno, (honor que jamás soñaría tener en mi patria) les pidió que me escucharán (de hecho él tenía más fe que yo en mi y eso demuestra además de mi precariedad, su calidad de maestro). Fue un maravilloso encuentro que atesoro en mi corazón y que terminó con un diploma especial que me entregó junto a su libro. Nunca supe cómo ni porque Dios lo puso en mi camino y con él, venía de regalo para mí, su equipo y particularmente su hijo Carlos Daza Zaragoza, quien me invitó a compartir una clase con su curso y así como conocí por su intermedio, varios académicos de UNAM -con muchos de los cuales me une hoy una amistad- a la Dra. Jenny Hernández, Dr. Eduardo Martínez Bastías, Dr. Carlos Cuenca, y el mismísimo Dr. Raúl Contreras…la querida Licencia Mary, me reencontré con la Dra. Patricia Gallo de Argentina, la profesora Jennifer González y tantos y tantas otras. El Dr. Gómez, en definitiva, me hizo ser parte de su familia académica y de su hogar; su hijo orgulloso del sello de su padre y maestro cada vez camina a paso firme para -no tengo dudas- materializar su legado. Un día cualquiera, le dije que había oído escuchar de Frida Kahlo, no bastaba más, me llevó a conocer la casa de tal ícono; en fin, son tantas las anécdotas que algo no le perdono y se lo dejo a su hijo como la parte del debe de su herencia, no alcanzó a venir Chile y a mi hogar y lo esperaré con afecto

En medio de la pandemia y cuando las tinieblas y el temor oscurecían todas las aulas, el Dr. Carlos Daza, tuvo la brillante idea de realizar conferencias vía zoom, como en la muralla china que comenzó con un ladrillo proyectó algo grande que ninguno dimensionó, aunque fue retrucando y entusiasmando, cuando podía me conectaba y siempre tenía la gentileza de hacer patente la presencia de este modesto servidor. Podrían escribir muchas páginas interminables sobre la vida y obra de Carlos Daza Gómez, quizás sea una misión hacer un libro homenaje para él, dedicado a su vida y obra. Sólo hay que recordar que en medio de la pandemia fue el pionero que desarrolló más de medio centenar de conferencias y luego, un Congreso de Derecho Penal Internacional (vía zoom), que batió todos los récords, tuvo la deferencia de invitar en medio de millares de otros asistentes, de manera directa a un grupo de 40 alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y no sólo eso, al iniciar la ponencia de este servidor, les mandó un especial saludo.

Mi amigo y maestro Carlos, era un tipo de excepción, de detalles, de amistad que gozaba con la alegría de sus semejantes, empático, siempre con la grandeza de aquel que busca soluciones y no problemas, que pasa de preocuparse a ocuparse; si se cae se levanta. Si le tiran tres maderas era capaz de diseñar una vivienda, sin le lanzaban diez libros proyectaba una biblioteca; era un optimista ingenioso e incombustible, enamorado de la vida y del derecho. Ese 2020 literalmente y como si sospechara de su partida, fue su despedida en fructífera actividad; no sé cuándo trabajó ni a qué horas descansaba, era difícil seguirle el ritmo; pero dedicó jornadas enteras, semanas y meses en la actividad de su amada Universidad, convirtiendo a la UNAM en el faro guía para Latinoamérica y el mundo, cuando se le daba las gracias y se le entregaban loas, solía recordar la frase de la nuestra querida dra. argentina Patricia Gallo y espetaba: “Como dice nuestra amiga Patricia, aquí aprendemos todos de todos”.

Nada de estar por sobre el resto, era uno más que, aunque brillaba con luces propias no apagaba a otros y de seguro en el más allá, será reconocido por su aporte como ser humano y nos deja un legado que me niego a soltar, rotular con su nombre un encuentro internacional de derecho, donde la enseñanza en medio de las dificultades sea el gran legado que aquel nos deja, heredándonos el ejemplo de su sello personal.

Descansa en paz querido amigo y maestro, hermano querido -como me decías-, recibe en mi mente un espacio que ha de rotular por siempre tu nombre y bendiciones a la Facultad de Derecho de la UNAM y a toda tu familia, en especial a tu gran embajador en la academia Carlos Daza Zaragoza, un hombre bueno como tú que me ha de acompañar cuando lleve una placa en honor a su padre y en algún lugar del gran campus de la UNAM, sea nuestro lugar de recogimiento para no terminar el dolor de su partida, pero si morigerar en algo esta pena que nos embarga hasta las entrañas humanas.

| LO MAS LEIDO